El presidente, Mauricio Macri, tuvo la necesidad de grabar el mensaje para poder practicar y luego leer tratando de imprimirle naturalidad. La intención era hacerlo con énfasis, tono, volumen, gestos y hasta sonrisas que trasmitan seguridad y confianza en el rumbo elegido aunque no logró su objetivo comunicacional.
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• La corta duración del mensaje: 2.47 también era estratégica y adecuada para ser más efectivo a pesar de sus limitaciones en la comunicación oral.
• Comienza con «buenos días» en un volumen alto y con tono seguro y se afirma con el gesto apoyando las manos en el atril casi golpeándolas suavemente como para que se interprete la decisión y contundencia del mensaje que va a pronunciar.
• Es muy notorio que está leyendo en el teleprompter, la mirada hacia un punto fijo y apenas hacia la derecha le resta toda la naturalidad y emoción que trata de subsanar haciendo énfasis en los gestos.
• Entre los 15 y 19 segundos el esfuerzo por mostrar las palmas de las manos es notorio, este gesto se asocia a la idea de transparencia y honestidad.
• La cabeza apenas se mueve y es una señal clara de estar leyendo, incluso se equivoca al leer la palabra evitar en el segundo 32.
• Al mencionar el gasto público heredado y que están ordenando aparece muy brevemente una pequeña sonrisa ensayado de satisfacción con la tarea realizada.
• 1.43 – marca y remarca la palabra preventiva quizás para dar idea de que no hay crisis sino una estrategia pensada y diseñada Ad hoc.
• 2.13 – pronuncia la palabra crisis y luego una pequeña pausa tratando de imprimir emoción de un doloroso recuerdo en un mensaje que plano y gélido.
• El cierre es deseando un mejor futuro para todos y como no podía ser de otra manera con una semisonrisa bien planificada.
Las dificultades en la oratoria del Presidente son conocidas. Pero esto en épocas de crisis tiende a ser un problema más fuerte que en épocas de bonanza y buenas noticias. Es por eso que para minimizar los posibles errores se recurrió a un mensaje grabado.
Horas de práctica para llegar a 2.47 minutos de discurso plano, carente de emociones y muy lejos de la consigna de mostrarse seguro, confiado en el rumbo elegido y esperanzado en un futuro mejor. Mucha gente en la pluma del discurso, una recién nombrada directora a cargo del Coaching y la fonética presidencial y un ejército de expertos en redes y tecnología no pudieron hacer de las malas noticias un canto a la esperanza. ¿Se estarán desinflando los globos amarillos?
PUBLICADO POR ÁMBITO (DANIELA ARUJ)