Los despidos fueron dos, uno de ellos la psicóloga Patricia Fares, y quien en este caso escribe la nota. Se trata de la licenciada Soledad Cecere, quien para todos (menos para el oficialismo) es una destacada y trabajadora profesional.
Luego de ser despedida, mediante una notita que como ella misma lo dice «de tan solo tres renglones», la Licenciada en psicología Soledad Cesere hizo un escrito, planteando lo que ha tenido que vivir, lo que representa la pérdida de su trabajo, pero además todo lo que conlleva esta situación que deja sin atención a los pacientes que ella trataba, y que al parecer nada importa al oficialismo en su conjunto, los que vuelven a demostrar como mínimo una grave falta de interés y previsión en el área más cara a la sociedad: la Salud Pública.
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Hoy me toca decirlo en carne propia y personalmente. Ayer, a través de una nota de 3 renglones de palabras frías me comunicaron que me echan de mi trabajo como psicóloga del Centro de Atención Primaria de la Salud “Roque Carranza”, y que, por lo tanto, me echan del Sistema de Salud de la Cuidad de Chascomús.
Hoy me toca decir lo que me pasa a mí, pero no es la primera vez que me toca a mí. Ya me ha tocado cuando echaron otros compañeros profesionales de la salud, directa o indirectamente. Ya me ha tocado cuando he visto y escuchado a nuestros funcionarios mentir tomado decisiones injustas y erróneas sobre el sector salud y en contra de los profesionales que lo sostenemos, porque ese es el sentido de lo Público, sentir lo que le pasa al otro como propio, y que lo propio repercuta entonces en todos.
Lo Público, es lo nuestro, es lo de todos por igual, y por lo tanto su gestión debe necesariamente perseguir el bien común, debe estar sostenida en el respeto y el bien del otro, y más aún si hablamos de un sector de lo público tan importante como es la Salud.
La decisión de echarme y la forma en que lo hacen, con una nota de tres reglones y con 5 días de anticipación, repercute en mí en lo personal sí, porque me dejan sin una fuente de ingreso económico y sin obra social, pero es una decisión que repercute a su vez en muchos.
Repercute en primer lugar en las personas que acompaño como psicóloga, en sus tratamientos y en el trabajo que venimos haciendo juntos, el cual quedara irrumpido súbitamente, sin ningún tipo de proceso de cierre, y esto es tremendo y absolutamente deshumano, hacia mí y hacia ellos.
El trabajo que realizamos los profesionales de la salud comprometidos con el otro, esta sostenido en el vínculo y el amor, en el respeto y la entrega. Los psicólogos trabajamos con y para el otro, acompañando la tarea tal vez más difícil de la vida que tiene que ver con encontrar-se, reconocer-se, descifrar nuestro deseo, acompañar el sufrimiento y el dolor, contener, alojar.
La transferencia que se establece en el vínculo terapéutico es personal e intransferible, es subjetiva, trabajamos con y desde nuestra subjetividad, y esto es algo que no se construye ni se sustituye de la noche a la mañana.
Hoy acompaño a un número finito de personas que quedan sin su acompañamiento, con nombre y apellidos e historias singulares, y mi deseo es que puedan continuar sus procesos terapéuticos pronto junto a otro terapeuta.
Este deseo es hacia ellos, y más allá de ellos, porque la decisión de echarme hoy deja un lugar vacío que me excede en lo personal y tiene que ver con mi función pública, dejando al Centro de Salud Roque Carranza sin atención psicológica para adultos y adolescentes.
A su vez, esta decisión repercute e irrumpe el trabajo de un equipo de salud, de un trabajo compartido con otros profesionales y trabajadores de la salud comprometidos, que elabora, piensa, siente, planifica su tarea en función de garantizar el derecho de una salud de calidad para todos.
Irrumpe mi trabajo compartido en la Mesa de trabajo del Barrio San Luis, conformada por todos los referentes institucionales y comunitarios del barrio. Irrumpe mi trabajo y vinculación con otros centros de salud, con la residencia de Medicina general, con el servicio de Salud mental al cual pertenezco y con otros profesionales de la salud. Irrumpe mi trabajo en conjunto con otros organismos y sectores del estado, con distintas escuelas de la cuidad, con el Servicio de protección de los derechos de niños y adolescentes, con distintas secretarias y programas municipales que trabajan con lo humano, y con distintas organizaciones sociales.
Irrumpe todo esto porque nunca he trabajado sola. Me he formado en psicología y en salud social y comunitaria, y he tenido la suerte de aprender el ejercicio de mi profesión en un barrio del conurbano bonaerense que mágicamente estaba lleno de maestros que me han enseñado que la salud se construye poniéndole el cuerpo y el alma siempre con el otro y para todos, y que sin amor no sirve para nada.
El trabajo en la salud pública, y en este caso en la Atención Primaria de la Salud, es un trabajo específico, que requiere de formación, capacitación y perfeccionamiento constante. Requiere de un posicionamiento ético, crítico y comprometido con el otro. Es un trabajo que lleva muchas más horas de las visibles para los funcionarios que gestionan sentados en un escritorio. Es un trabajo que a veces toca hacer un domingo cuando te llama una paciente porque ha sido violentada por su pareja, es un trabajo que tal vez hay que hacer un miércoles a la noche cuando te llama la trabajadora social de la escuela para que le des una mano para contener y abordar una situación con un alumno del turno vespertino.
Es un trabajo que surge tal vez cuando estas con tu familia descansando y te llega un mensaje de un paciente que necesita hablar por teléfono al menos unos minutos. Es un trabajo articulado con otros y los tiempos de otras, reuniones, talleres, informes, horas de planificación, investigación, estudio, además de la atención.
Esta fue mi forma de trabajar siempre, a pesar de un bajo sueldo, a pesar de un contrato basura sin estabilidad laboral y derechos laborales, a pesar de haberme accidentado gravemente yendo a trabajar en bicicleta al 30 de mayo y no contar ni con obra social ni ART. A pesar de la falta de valoración laboral, profesional y humana durante más de 2 años por parte de esta gestión, he sostenido este trabajo por amor a la Salud Pública, por mis convicciones personales compartidas con muchos compañeros. Sé que cuento con ellos, profesionales, referentes, pacientes, cuento con su acompañamiento y solidaridad y se los agradezco profundamente. Hoy me echan del Sistema de Salud Público de Chascomús, pero continuamos trabajando juntos compañeros, porque mi compromiso es con ustedes, es con nosotros.
¡Defendamos la Salud Pública!