Por Fernanda Romero
Una empleada municipal, gran persona, excelente compañera de trabajo y amiga de la vida, accedió al beneficio de la jubilación. Su entorno más cercano se unió para organizar un agasajo merecido a Elvira Etcheto y acompañarla a recibir esta nueva etapa donde sin dudas quedará en su memoria el largo recorrido para llegar a este momento.
Elvira como la gran mayoría de los municipales de esa generación fue testigo de los distintos colores políticos que estuvieron a cargo del ejecutivo municipal, cada uno de ellos con sus matices, con sus giros y guiños, pero tan seguro como eso es que en ninguno vivió tanto atropello, falta de respeto y maltrato como en los últimos poco más de siete años.
Hoy un empleado municipal anhela jubilarse para dejar atrás este escenario vicioso y contaminado, plagado de bajezas y miserias humanas ; lejos quedó en el tiempo la nostalgia y tristeza que provocaba la cercanía de la jubilación en los que amamos el trabajo municipal, los que disfrutábamos llegar a nuestro lugar porque nos sentíamos tan a gusto como en nuestra propia casa, porque con el mismo amor que realizábamos las tareas del hogar con ese mismo amor amábamos el ejercicio diario de la tarea municipal.
Hoy sin embargo la cercanía de esta nueva etapa solo arroja un aire de alivio, paz y tranquilidad.
Sin dudas que Elvira, ahora sí, rodeada del amor y el respeto que merece podrá disfrutar de cada segundo de esta flamante y bienvenida jubilación municipal.