La paciente, de 64 años, se sometió a una cirugía tras detectársele una lesión en uno de sus lóbulos frontales y los médicos se toparon con el sorprendente hallazgo. El gusano estaba «vivo y retorciéndose». Cuáles fueron sus síntomas.
29 de agosto de 2023
Un asombroso e inédito caso médico ha dejado a los cirujanos perplejos: una mujer de 64 años fue sometida a una operación en el Hospital de Canberra, en Nueva Gales del Sur, Australia, donde se extrajo un gusano vivo de 8 centímetros de longitud de su cerebro. Este episodio marca el primer registro en el mundo de un parásito proveniente de una serpiente que infecta a un ser humano.
La novedosa situación dejó perplejos a los médicos que trataban a la paciente. Sanjaya Senanayake, un experto en enfermedades infecciosas de la Universidad Nacional Australiana (ANU) y profesor asociado del Hospital de Canberra, compartió: «Hasta donde sabemos, este es también el primer caso que involucra el cerebro de cualquier especie de mamífero, humana o no, en el mundo».
El especialista explicó que normalmente las larvas de este tipo de gusano redondo se encuentran en pequeños mamíferos y marsupiales, que son luego ingeridos por serpientes pitones, permitiendo así que el ciclo de vida del parásito se complete. «Esta especie de lombriz intestinal es muy común en las pitones alfombradas, vive normalmente en el esófago y el estómago de la serpiente y suele arrojar sus huevos en las heces del huésped», detalló Senanayake.
En este caso particular, los médicos suponen que la mujer pudo haber contraído el parásito al recolectar hojas de una planta conocida como «Warrigal», que utilizaba para cocinar. La paciente reside cerca de un lago donde crece esta planta y donde habitan las serpientes pitones alfombradas, que habrían eliminado los huevos del gusano redondo (también llamado Ophidascaris robertsi) a través de sus excrementos. Los investigadores que llevaron a cabo este estudio han compartido sus conclusiones en la revista Emerging Infectious Diseases.
Los síntomas iniciales de la paciente se presentaron en enero de 2021 e incluyeron dolor abdominal, diarrea, tos seca, fiebre y sudores nocturnos. Karina Kennedy, directora de Microbiología Clínica del Hospital de Canberra y profesora asociada de la Facultad de Medicina de la ANU, describió este momento de la investigación: «En ese momento, tratar de identificar larvas microscópicas, que nunca habían sido identificadas como causantes de una infección humana, era como tratar de encontrar una aguja en un pajar».
Un año más tarde, en 2022, la paciente experimentó “cambios sutiles en la memoria y el procesamiento del pensamiento” por lo que “se sometió a una resonancia magnética cerebral que demostró una lesión atípica en el lóbulo frontal derecho del cerebro”.
Esa lesión fue, finalmente, la que condujo al asombroso y escalofriante descubrimiento del gusano, que «estaba vivo y retorsiéndose». Una vez extraído, la mujer continúa con su recuperación, bajo la atenta supervisión de los médicos.