
Un artículo, gentileza de Carlos Parodi, periodista, escritor e investigador, IG Carlos Parodi.64″
05 de Abril de 2025
Allá por el año 1897 Bram Stoker escribe en Drácula: “Aún no he visto al Conde a la luz del día. ¿Será que permanece dormido mientras los otros están despiertos, para poder estar despierto mientras los otros duermen?”
Y lo cierto es que que no sólo de vampiros simbólicos se alimentan las pesadillas de los seres humanos. Atravesamos nuestras frágiles existencias dentro de un mundo real, concreto e identificable, pero por fortuna por azar o sin razón alguna, no todo nuestro deambular por este plano se reduce a planillas de cálculos, fórmulas químicas y estadísticas. Somos también acompañados por imágenes que fluctúan entre la ficción y la realidad, lo cual deriva en nuestro individual e inquietante imaginario.
El antropólogo y etnólogo francés Claude Lévi – Strauss (1908-2009) se refería a los primigenios y a su capacidad para vincularse con el ambiente que los rodeaba mediante sistemas que eran multisensoiales. Por su parte y como creador de la Antropología social, el polaco Bronislaw Malinowski (1884-1942) ya había señalado que mientras la ciencia nace de la experiencia, la magia está guiada por la tradición.
Las diversas concepciones de realidad dentro del universo, también se ven atravesadas por la cosmogonías de sus pueblos, alimentadas por relatos de naturaleza indescifrable y habitadas por figuras que escapan a toda lógica. Y es precisamente el testimonio oral el que nos susurra acerca de ciertos lugares y de encuentros cara a cara (o a través de sueños) con extrañas formas animales que acechan desde recónditos parajes, ubicados a miles de kilómetros de distancia de las “civilizadas” metrópolis envueltas en su locura y tecnológica cotidianidad.
Somos leyendas
Nuestra infinita geografía esconde senderos encantados cuyos habitantes eligen no transitar por miedo a encontrarse con lo maligno.
Los mitos y leyendas alimentan el folklore, término que proviene del idioma anglosajón antiguo y que de forma acertada significa “Lo que el pueblo sabe”. En tal sentido es correcto lo que afirma el historiador santiagueño Bernardo Canal Feijoo (1897-1982) acerca de que “El mito es una leyenda relacionada con el mundo sobrenatural y es mediante el folklore que se traduce en acto”.
Dentro de esa galaxia taumatúrgica nuestro folklore posee una siniestra facultad de abstracción y también de atracción, que permite explorar aquella ensoñación por lo “oculto” que escapa al formato del pensamiento pre constituído.
De este modo nos encontramos con escalofriantes crónicas que como las aguas de caudalosos ríos, ponen en jaque los pensamientos incrédulos más obstinados. Porque lo que un escritor transforma en relato, un testigo rural lo vive a su modo en carne propia. Así los testimonios de visiones sobre entes demoníacos pasan a formar parte del paisaje de una localidad perdida entre cerros, desiertos, bosques y lagunas.
Los primeros investigadores que exploraron nuestro país ya hablaban de leyendas plenas de sugestiones. Ninguno en sus obras eludió el fascinante encanto del misterio ancestral. Los maravillosos libros de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917) Félix Coluccio (1911-2005) y también del historiador Adolfo Colombres refieren a infinidad de casos. Y escritores como Ricardo Rojas (1882 1957) y Alberto Gerchunoff (1883-1950) han escrito cuentos inspirados en estos extraños sitios. Al igual que en los cancioneros populares recreados por folkloristas regionales y en los cuales intervienen seres legendarios que entremezclan lo místico con lo demoníaco y religioso
La profusa secuencia de figuras mitológicas que recorren sigilosamente la geografía mítica de Argentina es tan variada como aterradora. Sin embargo existe una de ellas que lidera el ranking y habita en Misiones, aunque también merodea por Corrientes, Chaco y Formosa. Es el famoso “Pombero” que no cuenta precisamente con un buen currículum vitae entre los pobladores, quienes pasado el mediodía pueden escuchar su siniestro silbido entremezclado con el sonido de los pájaros entre arboledas y pastizales abrasados por los rayos de sol. Alto, mediático y peludo, deambula bajo su oscuro sombrero de paja, protege a los pájaros y asusta a niños durante la sosegada hora de la siesta. Los lugareños que dicen haberlo cruzado cuentan que es posible llegar a un acuerdo con el “Pombero” siempre y cuando se le ofrende una bolsa de tabaco negro, fósforos y una jarra con agua fresca.
También en Misiones un acuático ente lleva el nombre de “Pira- Nú” y representa a un horroroso pez que se fue conformando con los restos podridos de canoas hundidas, y al cual es aconsejable evitar.
En zonas del Valle de Famatina en La Rioja y en el poblado de Trancas, en Tucumán, hay testimonios de la visión de una bestia a la que llaman “Mikilo”, mitad hombre mitad perro y que en noches cerradas sin luna anuncia su llegada con gritos aterradores.
Frecuentando algunos parajes de Santiago del Estero se alza en las garras luminosas de la noche la presencia del “Cachirú”, una gigantesca lechuza de hábitat nocturno que vive en pleno monte y de quien se cuenta que puede levantar por el aire a un hombre. También se escuchan relatos acerca de encuentros con el “Ucumar”, una especie de hombre-oso que habita en cuevas, merodea vertientes y que ante la presencia del hombre tiene la habilidad suficiente como para trepar árboles y resguardarse en lo alto.
Otra bestia de gran estatura es el “Supay” que cual criatura del averno, lanza humo por sus fosas nasales, posee ojos color fuego y grandes cuernos. La leyenda dice que antiguamente habitaba en una zona llamada el “Supaihuasín”, una suerte de inframundo ubicado en el centro de la Tierra. El “Supay” tiene la particularidad de proteger los campos de todo aquel hacendado que previamente haya firmado con sangre un contrato de locación con el mismísimo Mandinga.
Inmerso en una variada fauna demoníaca, el Mal también se pasea bajo la seductora silueta de una sirena de río llamada “Mayup Mamán”. Pero atención, se trata de una figura que puede transformarse en serpiente y arrastrar a los hombres que seduce al fondo barroso de las aguas. En regiones de Salta y Jujuy se hace referencia al “Coquena”, de quien se dice que es un tipo de duende con rasgos indígenas, fiel protector de guanacos y llamas, pero que ante la presencia del hombre cazador furtivo, lo enfrenta sin piedad a puros piedrazos.
Bienvenidos a la Cueva del Diablo y a la Laguna con vista al Monstruo
En la región del Noroeste, la tradición popular argentina define a “La Salamanca” como cuevas o cavernas perdidas en medio de la nada y alejadas de las poblaciones. Calladamente se las considera como sedes terrenales pertenecientes al Diablo y a su prole. Los testimonios de los lugareños afirman que en su interior se escucha música infernal y gritos desconsolados. También se advierte a aquellos audaces que quieran ingresar, que si bien la entrada aparenta ser gratuita, la salida es demasiado costosa.Porque quienes se atrevieron a franquear las puertas imaginarias de ese infierno rural, han relatado que al salir sus cuerpos despiden un olor putrefacto e imborrable, en tanto su alma ha quedado ahí dentro, poseída por el Maligno. Muchas tradiciones también recrean que existieron payadores “salamanqueros” que ostentaron esa curiosa virtud en la templanza de de sus guitarras endiabladas.
En la provincia de Salta cerca de Cachi, existe un fascinante pueblo llamado Seclantas que tiene solamente cuatro o cinco cuadras en medio de la polvareda del olvido y posee una geografía que es un misterio en sí misma. Sus habitantes viven la eternidad del tiempo con placidez. Cerca de la región hay un espejo de agua color verde profundo bautizado con el nombre de “Brealito”. Se trata de una laguna sobre la cual se barajan todo tipo de historias fantásticas. A los avistamientos de luces en el cielo que ya son un clásico de la zona, para darle más sabor a la fabulosa región se agrega una dosis compuesta por la fugaz aparición de un gigantesco y prehistórico animal. Dicen que anuncia su aparición mediante burbujeantes remolinos en sus verdosas aguas cuando asoma un largo y escamoso cuello, causando el pavor de algún que otro paisano que huye despavorido dejando la pesca para otra jornada…
Lo cierto es que este Cosmos de historias asombrosas alimenta el otro lado de nuestro territorio y constituye un corpus pleno de cautivante temporalidad sobrenatural, ya que viaja de boca en boca, atraviesa solitarios caminos de tierra y de imprevisto cobra vida cuando abruptamente se inserta en los planos de la realidad con siniestros detalles que erizan la piel…
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