Lamentablemente es algo que viene de larga data, y parece no tener control. Hace aproximadamente dos años atrás, exactamente el 1° de enero de 2016, moría una chica ahogada en una pileta durante una fiesta clandestina. Todo sigue igual…
El primer día de enero de 2016, moría ahogada en una quinta de Melchor Romero, en la ciudad de La Plata la jóven Emilia Uscamayta Curí, de tan solo 26 años de edad. El hecho, ocurrió en una quinta, donde se desarrollaba una fiesta clandestina, y por este motivo, los padres de la occisa denunciaron en 2017 al intendente Julio Garro.
Hoy, a solo siete días de que se cumplan tres años del luctuoso suceso, todo parece continuar de la misma manera. Siguen habiendo fiestas clandestinas, siguen las autoridades o haciéndose los desentendidos, o de lo contrario, siendo cómplices de que esto siga con los riesgos que supone sin lograr poner un freno a la desagradable situación.
También, es notorio y lamentable que muchos que se rasgan las vestiduras, manifestándose por los derechos de tal o cual sector social, por tal o cual razón o motivo, y en algunos casos viven en las calles, cambiando de consigna cada semana, por el caso de Emilia, no dicen ni hacen nada. No «escrachan» a quienes arman estos eventos para llenarse los bolsillos. A ellos no. Hablan, pontifican, vociferan por toda causa que les pase por delante, pero cuando se trata de algo concreto, que probablemente afecta sus intereses de «hacer una joda», se hacen todos los desentendidos.
Ahora, durante la noche de ayer, un grupo de 800 adolescentes organizó una fiesta clandestina otra vez en La Plata, en 10 y 63 donde se vendía alcohol en la vía pública durante la madrugada de este martes. Vecinos llamaron al 911 por lo que los efectivos se hicieron presentes en el lugar y denunciaron que fueron agredidos con piedras y botellas.
Según publica el diario El Día, el secretario de Minoridad recibió dos puntazos. Sin embargo, en las redes sociales los adolescentes aseguraron que la policía comenzó a tirarles balas de goma sin ninguna explicación. (como si esto los absolviera de portar cuchillos o facas, y clavarlos a una persona)