Sucedió en La Rioja. Otra vez un femicidio. Otra vez la desidia como cómplice de la violencia. Ahora le tocó a Deolinda del Valle Torres, que tenía solo 31 años y fue asesinada presuntamente por su ex pareja y padre de sus cuatro hijos.
El nombre del sospechoso: Santiago Condorí. También hirió de gravedad a un joven que estaba con ella. Lo tragicómico del caso, es que la víctima se había apersonado en la Fiscalía de Violencia de Genero a pedir ayuda, pero le dijeron que vuelva luego de la feria judicial.
Infobae cuenta lo que dice la denuncia presentada por Deolinda, en donde cuenta que la primera vez que Conodorí le pegó fue un año después de conocerlo, a los 14 años. Él era cuatro años mayor. Aquel primer episodio de violencia fue contundente: le dio una trompada en la boca. Lo que siguió fue una pesadilla que la psicóloga que la vio consideró que fue real. «Se observaron indicadores homologados de violencia psicológica y física», advirtió en el informe que presentó. Y recalcó en letras mayúsculas que «se puede inferir que su riesgo de vida es muy alto».
Relató además que Condorí la quiso matar. Que la ahorcó hasta desmayarla. Luego la despertó a cachetazos y la siguió asfixiando con sus manos. Todo había empezado porque él no encontraba una cuchilla para cortar carne que había afilado. Luego le dijo «fea» y «negra». Y la atacó delante de uno de sus hijos, de 4 años. «Papá, no la mates, por favor no le pegues más», alcanzó a decirle. Más tarde ese día él le pediría disculpas y le prometería el cielo en la tierra.
Los episodios eran innumerables, sobre todo cuando él se emborrachaba. Una vez le dio dos puntazos.
Luego del nacimiento de su segundo hijo, se habían separado. Pero volvieron a estar juntos y tuvieron otros dos niños. «Vos nunca me tenés que dejar a mí», le advirtió Condorí después de que despertara, según el testimonio de la víctima. «Le dije a mi mamá que venga a buscar a los chicos, mirá si te mato delante de ellos», planteó con naturalidad.
A partir de la denuncia de Deolinda y por recomendación del fiscal Marcial Cerezo, el juez Gustavo Farías, el mismo que ahora tiene la causa por el femicidio, había dictado una orden de restricción, que no bastó para protegerla. En algún momento que sus familiares y amigos no recuerdan con exactitud, la joven madre volvió a la fiscalía para denunciar que Condorí la seguía amenazando. Dijo que tenía pruebas y mostró el celular. «Escuchen los audios», rogó. «Estamos de feria, volvé en febrero», le contestaron.
«No la escucharon», lamentó hoy su hermano Daniel Torres en una conferencia de prensa en la que convocó a una movilización de protesta para mañana en la Plaza 25 de Mayo. «Seguro que en la marcha vamos a tener las imágenes de cientos de policías custodiando y cuando hemos pedido socorro no nos han escuchado. Es una vergüenza que ayer había 40 patrulleros afuera de la casa de Deolinda, pero cuando ella pidió ayuda no hubo ninguno», sentenció.
El juez Farías recordó a los medios que Condorí se presentó ante la policía en diciembre, luego de ser notificado de la orden de restricción. Tenía una queja contra Iván Herrera, el joven de 25 años que estaba con Deolinda el día que la mataron. Al parecer, habían empezado una relación sentimental. Condorí se oponía. «Les puede hacer algo a mis hijos», alegó en la comisaría.
Cuando Condorí llegó el lunes a la casa que había compartido con Deolinda en el barrio Onetto, Herrera estaba dentro de la vivienda. De acuerdo a la principal hipótesis que manejan los investigadores, tenía en sus manos una barreta, que la madrugada siguiente sería hallada por la policía junto a unos guantes ensangrentados. Deolinda intentó defenderse de su agresor, pero recibió varios golpes en el cráneo. Falleció camino al hospital.