– Un escándalo de estafas lo eyectó del gremio de U.P.S.R.A. en 2008. Acorralado por la Justicia, tuvo que reintegrar dinero que retuvo de forma indebida mediante acuerdos engañosos, para evitar una causa que podría haberlo llevado a la cárcel.
– Actual ministro de Trabajo de Santa Cruz, diputado del Parlasur, titular del sindicato UPSAP de la Patagonia, esa multiplicidad de cargos lo pone en innegable situación de incompatibilidad para conducir el gremio de vigiladores privados más importantes del país.
10 de Septiembre de 2024
Julio Gutiérrez, un nombre tristemente familiar en el ámbito sindical argentino, vuelve a escena envuelto en la misma niebla de corrupción y ambición que lo ha caracterizado durante años. Este dirigente, previamente expulsado de la Unión Personal de Seguridad República Argentina (UPSRA) por un escandaloso caso de estafa, ha decidido intentar nuevamente acceder a la cúpula del poder sindical, ignorando las múltiples irregularidades y las incompatibilidades que pesan sobre su postulación. Su carrera no solo está manchada por su historial delictivo, sino también por un pragmatismo político que raya en lo obsceno, adaptándose a cualquier corriente que le garantice supervivencia, desde el kirchnerismo hasta su actual alianza con el gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal. Así, Gutiérrez continúa su incansable marcha hacia el control absoluto.
Las maniobras ilegales de un «candidato»
Lo que más inquieta de la nueva candidatura de Gutiérrez es su flagrante desafío a las normas internas de la UPSRA. El estatuto del gremio es claro: un individuo que ha cometido fraude, como el que Gutiérrez perpetró en 2006, no debería siquiera aspirar a presentarse. Y sin embargo, aquí está, con una lista que ha sido señalada por delitos gravísimos como la falsificación de firmas y la estafa, y que, a pesar de las impugnaciones, no ha sido invalidada por la Secretaría de Trabajo. ¿Cómo es posible que alguien con semejante historial de deshonestidad y abuso pueda siquiera ser considerado para un cargo de representación sindical?
El origen de la infamia
La historia de Gutiérrez está plagada de escándalos desde sus primeros pasos como dirigente sindical. En 2001, viajó a Buenos Aires con la intención de organizar la actividad sindical de la UPSRA en la Patagonia. No pasó mucho tiempo antes de que su accionar turbio se revelara. En 2006, fue descubierto apropiándose ilegalmente de fondos destinados a los trabajadores, haciéndose pasar por un representante autorizado del gremio. Manipuló contratos, cobró dinero en efectivo, y todo sin ninguna autorización. Este comportamiento fraudulento lo llevó a ser imputado por estafa, pero en lugar de enfrentarse a las consecuencias de sus acciones, pactó la devolución del dinero, aprovechándose de los recovecos legales para evitar la cárcel. Un verdadero maestro del engaño.
Violencia y autoritarismo: La marca Gutiérrez
Pero si su capacidad para el fraude ya es alarmante, no es lo único que define su modus operandi. Tras ser expulsado de la UPSRA, Gutiérrez no se rindió. Fundó su propio sindicato, la Unión del Personal de la Seguridad Privada y Afines de Argentina (UPSAP), desde donde continuó su campaña de agresiones y sabotajes contra la UPSRA. En un episodio particularmente violento, en 2010, fue señalado como uno de los cabecillas de un ataque a las oficinas de la UPSRA en Comodoro Rivadavia, donde agredió a trabajadores y destruyó la sede sindical. Gutiérrez, lejos de ser un defensor de los trabajadores, ha demostrado ser un auténtico matón, dispuesto a usar la violencia para consolidar su poder.
La ambición sin límites y sus consecuencias
Gutiérrez no solo busca el control del gremio, sino que también ha acumulado una serie de cargos que ponen en evidencia su desmedida ambición de poder. Actualmente es ministro de Trabajo de Santa Cruz, diputado del Parlasur, titular de la UPSAP, y secretario general de la Federación de Seguridad Privada. ¿Cómo es posible que alguien con tantos intereses cruzados y conflictos de intereses pueda ser considerado un representante genuino de los trabajadores? No solo se trata de una burla a la ética sindical, sino que pone en peligro la integridad del movimiento obrero, al concentrar tanto poder en una sola persona.
Un sindicalista al servicio del poder
Gutiérrez no es un defensor de los trabajadores, sino un oportunista al servicio de los intereses del poder político y empresarial. Prueba de ello es su actitud frente a las protestas de los docentes en Santa Cruz, donde no dudó en amenazar con descuentos salariales a quienes participaran de las huelgas, e incluso, descontó días a quienes ni siquiera habían adherido a las medidas de fuerza. Su rol como ministro de Trabajo es una afrenta a los principios básicos del sindicalismo, que debería velar por los derechos de los trabajadores, no reprimirlos.
¿El fin de su carrera?
A pesar de todas estas irregularidades, Gutiérrez sigue adelante con su candidatura. No obstante, su historial delictivo, sus vínculos con el poder político y empresarial, y su tendencia a utilizar la violencia como herramienta, lo convierten en una amenaza para los trabajadores que pretende representar. Es imperioso que la Justicia y las autoridades sindicales pongan fin a esta farsa y protejan los intereses de los trabajadores frente a personajes tan turbios como Julio Gutiérrez. Si no, el sindicalismo argentino corre el riesgo de caer aún más bajo, siendo secuestrado por individuos que lo utilizan para sus propios fines personales, a expensas del verdadero bienestar de los afiliados.
fuente e imagenes: Data gremial.com