El caso tiene nueve detenidos, vinculados a la venta de drogas y la explotación sexual en la zona roja de La Plata, pero todavía se desconoce quién fue el autor material del crimen. La lucha de Marta Ramallo, mamá de la víctima.
14 de diciembre de 2022
Dos mujeres y un hombre fueron detenidos días atrás acusados de vender drogas y de explotar sexualmente a jóvenes en situación de vulnerabilidad en la ciudad de La Plata, en el marco de la causa que investiga la desaparición y femicidio de Johana Ramallo. Después de más de cinco años, el expediente ya cuenta con nueve detenidos y más de 45 cuerpos, pero quién asesinó a la joven de 23 años sigue siendo todavía un misterio.
“A Johana la desaparecieron primero un Estado ausente y una Justicia cómplice”, remarcó a TN su mamá, Marta Ramallo, que desde aquel el 26 de julio de 2017, cuando su hija salió de su casa y nunca más regresó, empezó a andar un largo camino en busca de la verdad que por momentos pareciera no tener final. “Como familiares nos condenan a un duelo perpetuo”, subrayó.
Un año después de la desaparición de Johana encontraron parte de su cuerpo mutilado en la costa de Berisso, pero demoraron otros ocho meses en confirmar por fin que el ADN de esos restos coincidía con el de la joven a la que estaban buscando. Mientras espera que los responsables del crimen de su hija paguen por lo que hicieron, Marta tiene una necesidad mucho más primitiva aún: “Necesito encontrar la otra parte del cuerpo de Johana, que alguien diga dónde la dejaron”.
El día que Johana se fue
La joven de 23 años salió ese 26 de julio cerca de las 17 con la promesa de volver “entre las 20.30 y las 21″ para cenar con su familia. En su casa quedaron esperándola su mamá, su abuela y su hija, que en ese momento tenía seis años.
“Me dijo que le atara el pelo y que la esperara a la noche para compartir la sopa del puchero”, recordó con tristeza Marta sobre ese último momento compartido con su hija. Varios testigos y los registros de una cámara de seguridad la ubicaron más tarde en la esquina de las calles 1 y 63, junto a una menor de 17 años que trabajaba en la zona roja, y allí se le perdió definitivamente el rastro.
Dos meses antes, Johana se había separado del papá de su hija y había vuelto a vivir a la casa de su madre, donde también vivían sus seis hermanos. La difícil situación económica que atravesaba la familia y un consumo problemático de drogas la habían empujado al ambiente de la noche y las malas compañías, y ese fue un espiral del que no logró salir.
“La prostitución no es un trabajo, es explotación sexual”, apuntó su mamá, y agregó: “Ninguna piba tomaría la decisión de que le pasen 30 tipos por el cuerpo en 24 horas”. En ese sentido, la mujer señaló que la venta de drogas y la explotación sexual en la denominada zona roja de La Plata “son delitos que se vienen cometiendo desde mucho antes que lo que pasó con Johana” y que la primera fiscal que tuvo su caso “abría puertas y ventanas para facilitar que siguiera funcionando”.
Mientras Johana Ramallo seguía desaparecida, la investigación trató de avanzar sobre múltiples hipótesis. Se barajó la posibilidad de un ajuste de cuentas relacionado con las drogas, también que la joven se hubiera ido por su propia voluntad y la más importante apuntó a una red de trata. Pero todas quedaban en nada.
Tanta incertidumbre fue el escenario ideal para que aparecieran más pistas falsas, desde testigos que dijeron que la habían llevado a un sótano de la cárcel de Melchor Romero donde se encontraban alojados enfermos psiquiátricos -algo que no existe- hasta que había sido secuestrada por una organización de penitenciarios que sacaban a presas de la cárcel durante la noche para prostituirlas. Incluso, una mujer le habló por Facebook a Marta Ramallo para decirle: “La hago corta. Johana está muerta ya y enterrada. Chau”.
Un pie, una mano y los tiempos de la Justicia
La oscura trama detrás de la desaparición de Johana empezó a revelarse el 24 de agosto de 2018. Ese día encontraron el pie de una mujer en las costas de la ciudad de Berisso. Tres meses después, apareció una mano. Sin embargo, no fueron identificados como pertenecientes a Johana Ramallo hasta abril de 2019.
“¿Cómo no se dieron cuenta cuando se levantó ese primer resto, que era el tatuaje que llevaba Johana en su pierna?. Ese tatuaje yo lo había denunciado, ¿cómo no se dieron cuenta que era ella?. Con qué impunidad se manejó la Justicia ordinaria que dejó los restos de Johana con un precinto, encajonado, tirada en una caja”, señaló con bronca su mamá en una entrevista con los medios tiempo atrás.
publicado en tn.com.ar