Orígenes del espiritismo en la Argentina

Un artículo, gentileza de Carlos Parodi, periodista,  escritor e investigador,   IG Carlos Parodi.64″

01 de Marzo de 2025

Las brumosas señales de la doctrina espiritista arribaron al Río de la Plata en el año 1857. Se cuenta que un pasajero español llamado Justo de Espada, procedente de Málaga, traía entre su equipaje los libros esenciales que tan celosamente resguardaba.

A partir de entonces y desde su vaporosa llegada a Buenos Aires, el aura del Espiritismo comenzó a deambular por secretas sesiones guiadas por médiums que se realizaban en el sótano de un lugar llamado “La Botica de Arizabalo”. Durante esos furtivos encuentros nocturnos, los atónitos concurrentes podían escuchar en medio de la oscuridad golpes secos dosificados con voces de ultratumba y movimientos oscilantes de pesadas mesas de roble.

Según un artículo de la revista “La Fraternidad”, órgano de difusión de la doctrina del fundador del Espiritismo Allan Kardec (1804-1869), el español Justo de Espada se había reunido con otros participantes en una vieja casona de la calle México en el barrio de San Telmo, para intentar visualizar la manifestación de un “ser inteligente” que respondiera a sus invocaciones.

Varios políticos porteños participaron de aquellas oscuras sesiones. Uno de ellos fue el abogado oriundo de Dolores, provincia de Buenos Aires, Aristóbulo del Valle (1845-1896) quien en plena sesión observó cómo un médium lograba hacer levitar una mesa que pesaba más de cuarenta kilos. Otros concurrentes a esas tertulias fueron Carlos Pellegrini (1846-1906) y el salteño Victorino de la Plaza (1840-1919).

Por su lado, el hacendado Felipe Bonifacio Senillosa (1838-1906) contaba con antecedentes en la materia ya que durante sus anteriores viajes por Europa  había participado de sesiones mediúmnicas. En base a estas experiencias Senillosa consideraba al Espiritismo como a una doctrina estrictamente científica. En tal sentido, un testimonio del propio escritor, daba cuenta de sus impresiones vividas en un encuentro en París: “He visto la materialización de un espíritu que saludaba a todos los presentes, entre los que estaba incluido un periodista del diario Le Figaro.”

Las figuras más relevantes del espectro político e intelectual de Buenos Aires, sucumbieron a estas evanescentes prácticas. El periodista Cosme Mariño (1847-1927) educado bajo los estrictos dogmas del catolicismo, se había  iniciado en el Espiritismo a raíz de sus encuentros con el político Rafael Hernández (1804-1903). Es preciso señalar que Cosme Mariño no se limitó al estudio y práctica del Espiritismo sino también a desenmascarar a curanderos y falsos médiums que engañaban a los sectores más vulnerables. Algunos historiadores señalan que  Hipólito Yrigoyen (1852-1933) en sus años de juventud  también frecuentó sesiones mediumnicas.

Al tratarse de una disciplina de raigambre tan hermética, las sesiones de espiritismo trajeron aparejadas muchas opiniones en contra. Tal fue el caso del escritor Roberto Arlt (1900-1942) quién escribió en 1928 un ensayo crítico llamado  “Las Ciencias Ocultas en la Ciudad de Buenos Aires”. En esta crónica, el escritor porteño despotricaba sin vacilar contra los supuestos médiums. Lo curioso resultó que parte de sus experiencias, Roberto Arlt  las volcaría en su futura novela “Los siete locos” publicada en 1929.

Un gabinete Peronista y Parapsicológico

Entre tantos locales diseminados por todo el país que impartían la práctica espiritista, la “Escuela Científica Basilio” fundada en 1917, se convirtió en la más importante. Se recuerda que hacia finales de los años 40 y también durante 1960 los espiritistas organizaron multitudinarios encuentros en el estadio “Luna Park”.

En 1948, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón (1895-1974), funcionó dentro del Ministerio de Salud Pública de la Nación, dirigido por doctor Ramón Carrillo (1906-1956), el Instituto de Psicopatología Aplicada, que contaba con un gabinete de Parapsicología. Al parecer, dicha creación significó una iniciativa más que oportuna. El organismo era el encargado de controlar a toda aquella persona sospechada de ejercer ilegalmente la medicina. También denunciaba a los falsos médiums, como forma de evitar el fraude.

Por aquellos tiempos, una de las practicantes pertenecientes a la “Sociedad La Fraternidad”, señalaba a los medios: “El Instituto de Psicopatología Aplicada revisaba a los que practicaban el espiritismo. Toda aquella persona que solicitaba un permiso para abrir un “centro” en su barrio, antes debía pedir autorización al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto”.

Como anécdota podemos recordar que durante los años 60 una medium brindó su testimonio desde su propio “centro” ubicado en el porteño barrio de Saavedra: “El Espiritismo se siente realizado en su obrar y es feliz porque hace caridad”. La medium también relató un curioso episodio que la tuvo de protagonista. Mucho tiempo antes de que Rusia mandara el satélite “Sputnik” al cosmos, la espiritista, bajo pleno trance, había visualizado que desde un lugar muy lejano de la Argentina, un país lanzaría un cohete al espacio…

Lo cierto es que al cabo de los años, con devotos de un lado y detractores de otro, las actividades espiritistas no declinaron su misterioso accionar en el territorio argentino. En la actualidad, dos de las asociaciones espiritistas más antiguas del mundo continúan desarrollando sus actividades, nos referimos a la “Sociedad Constancia”, fundada en 1877 y a “La Fraternidad”, creada en 1880.

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