Con 15 años, visión reducida y un trabajo diario ejemplar, representó a la ciudad en un Open Internacional de Natación Paralímpica. Una historia de superación que inspira.
Pedro Dagorret tiene 15 años y un motor interno que parece inagotable. En Chascomús muchos lo conocen como Pe, Pepo o Pepi, pero su nombre empieza a hacerse escuchar por algo más grande: su talento y su determinación en la natación paralímpica.
Desde su nacimiento llegó al mundo desafiando pronósticos. Nació con Acondroplasia —una condición que afecta el crecimiento de los huesos largos—, pero nunca permitió que eso definiera su vida. Creció integrado plenamente a sus actividades, estudia en el Colegio Nuestra Señora de Luján y participa de la Escuela 504, transitando su formación con acompañamiento, compromiso y una presencia luminosa que todos destacan.
La natación se cruzó en su camino a los 3 años, cuando comenzó a entrenar en el Club Atlético Chascomús. Lo que arrancó como una actividad más de la infancia terminó convirtiéndose en un refugio, un espacio propio y, con el tiempo, el escenario natural donde empezó a desplegar su fortaleza.
Un giro inesperado ocurrió cuando tenía 13 años: una complicación de salud le redujo significativamente la visión. Para cualquiera sería un golpe devastador; para él, fue un nuevo punto de partida. En lugar de derrumbarse, Pedro redobló esfuerzos. Empezó a entrenar más, sumó un espacio de gimnasio en su casa y se tomó el deporte como una misión personal.
Los resultados llegaron rápido. El año pasado obtuvo la medalla de plata en los Juegos Bonaerenses, compitiendo en la categoría visual. Este año fue por más y consiguió el oro, consolidando su crecimiento deportivo.
Ahora se preparó para un desafío mayor: compitió el sábado 6 y lunes 8 en el CeNARD, en Buenos Aires, durante el Open Internacional de Natación Paralímpica, un torneo oficial homologado por la World Para Swimming. Nadó 50 metros en la primera jornada y 100 metros en la segunda, compartiendo escenario con atletas iniciales y representantes de selección nacional.
Su historia es la de una constancia silenciosa, una disciplina que no se proclama pero se ve en cada brazada. Pedro es, para quienes lo rodean, un ejemplo cercano de que los límites no siempre están donde los dicen, sino donde uno decide dejarlos.
Su camino también está sostenido por una comunidad que lo acompaña: el Club Atlético Chascomús, que lo recibió desde pequeño y lo apoya en cada avance; sus compañeros del club y de la escuela; y las instituciones educativas que lo contienen y acompañan en su tránsito diario. Su familia, lo ama profundamente, pese a los malos pronósticos que recibieron desde el día cero, siempre lo acompañaron.
Mientras se acerca la competencia en el mayor centro deportivo del país, Pedro demuestra que la grandeza no siempre se mide en centímetros, tiempos o medallas. A veces se mide en algo mucho más difícil de encontrar: coraje, perseverancia y una convicción enorme para seguir adelante.
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