Los siempre postergados empleados municipales, pasaron un nuevo «día del empleado municipal», pero la pregunta es ¿fue un «feliz día?. Nuestro cariño y reconocimiento a quienes son recordados en vísperas de elecciones, y son invisibles durante el resto del año.
09 de Noviembre de 2022
Amanecen con el sol. Llegan al trabajo, y comienzan su jornada. Algunos en el municipio, otros a lo largo y ancho de la ciudad. Otros en alguna dependencia, pero cada uno, del primero al último son un engranaje del corazón de la ciudad.
Siempre al pie del cañón, y al servicio del vecino. Trabajando durante todo el año, tratando de brindar un mejor servicio.
Toleran gobiernos, jefes y antojos del funcionario de turno. Toleran necesidades no cubiertas, caprichos y hasta muchas veces el mal humor de algún vecino desconforme. Ellos son la cara visíble del municipio, y quienes por lo general son blanco de los enojos, reclamos y quejas que en realidad la mayor cantidad de veces, son responsables sus superiores.
Y lo peor de todo, es que un día como ayer, son saludados y felicitados por todos, pero la realidad, es que cuando ellos necesitan ayuda, apoyo y soluciones, lamentablemente todo el mundo mira hacia otro lado.
Cobran sueldos miserables, y pareciera no importarle a nadie. Solo algunos han levantado la voz en su defensa, pero son los menos.
Las autoridades los han tenido un año entero sin aumentarles ni diez centavos, pero ellos saben que no se toleran las quejas ni reclamos.
Nadie hizo nada en concreto, ni siquiera los gremios que los representan. Necesitan su trabajo, por eso tienen que seguir adelante.
¿Cuánto hay de cierto entonces en cada «Feliz día» que recibieron el día de ayer?… ¿Cuantos mensajes colmados de hipocresía recibieron?
Son educados, pero no estúpidos. Ellos saben «quién es quien» y cómo son y han sido tratados.
Son prudentes. Educados. Pacientes.
Por eso, seguramente ayer han respondido con una tibia sonrisa ante cada saludo. Pero en su fuero íntimo, saben de memoria que cuando necesitaron apoyo, casi todos le dieron la espalda…
Por eso, nuestra solidaridad y cariño a todos y cada uno de los empleados municipales. Y también a los olvidados jubilados municipales. Pero eso merece otro capítulo aparte.
Ojalá algún día podamos decirles ese «feliz día» que ayer no dijimos solamente por pudor y vergüenza ajena.