Mientras que para algunos sitios como “el cultural” la entrega de los 31º premios Goya fue “emocionante “y la gala tuvo “dinamismo y gracia”, para otros como “blog de cine” fue una gala “sosa y previsible”.
La verdad, es que hubo cosas para destacar, y por lo general siempre van a existir distintas visiones de la forma de encarar los hechos culturales.
Está la gente “cool” que pretenden solamente destacar lo que consideran arte desde su percepción “culturosa” en la que se denosta el cine que se supone “comercial”, en detrimento de lo que supuestamente no lo es.
En nuestra humilde opinión, hay cine bueno, regular y malo, aunque como reza el refrán “sobre gustos no hay nada escrito”. Lo cierto, es que la calificación o crítica de una película no debería basarse en el hecho de si esta se vende bien o provoca pérdidas.
Finalmente, el cine es arte, pero también es una industria que como tal, tiene como uno de sus objetivos el ganar dinero. Eso no es pecaminoso, ni mucho menos. Simplemente la realidad.
También, vamos a coincidir en que esto es lógico y normal, en la medida que cuando se hacen las cosas, se hagan desde el arte, pensando el contenido sin fijarse exclusivamente en lo económico, ya que ahí sí estaríamos entrando en prostituir el producto.
LA GALA
Finalmente ocurrió lo que se esperaba, y ‘Tarde para la ira’ de Raúl Arévalo se convertía en la cuarta ópera prima en la historia de los Goya en convertirse en la Mejor Película, acompañada, de forma indiscutible de los respectivos galardones por la Mejor Dirección Novel y Guión Original.
También recibió otro de los premios importantes: Mejor actor de reparto que fue para Manolo Solo.
Teniendo en cuenta la cantidad de Goya ganados, quien se llevó la mayoría fue: “Un monstruo viene a verme”.
Su director, J.A. Bayona no solo se emocionó por su premio a Mejor dirección, sino que además festejó en total la obtención de 9 Goya de los 12 en que participaba (los ocho restantes por características técnicas).