El Obispo Carlos H. Malfa hizo llegar una nota hasta nuestra redacción, en la que expresa su desacuerdo con las palabras del Padre Juan Carlos en F.M La Nube, cuando se le consultó sobre la media sanción de la ley de aborto legal.
A la Comunidad de Lezama
Queridos hermanos y hermanas:
Como Obispo tengo la misión y grave responsabilidad de cuidar la fe de todos ustedes y velar por que las enseñanzas de la Iglesia sean transmitidas con fidelidad y coherencia.
Por esto comprendo que algunas afirmaciones públicas respecto del aborto, realizadas por el Pbro. Juan Carlos Di Sanzo, susciten escándalo, confusión y perplejidad.
Con tristeza, loes transmito que he reprendido personal y formalmente al padre Juan Carlos por tales dichos expresándole, oralmente y por escrito, que de persistir en tal actitud me veré obligado a tomar otras medidas establecidas por el Derecho Canónico.
A través de estas líneas reafirmo la Doctrina de la Iglesia: “El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación: Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado; pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Entre estos derechos fundamentales es preciso recordar a este propósito el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donun vitae 3)” (Catecismo de la Iglesia Católica 2273).
Es nuestro de ver irrenunciable defender que la ley positiva no prive a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, en efecto, el Estado debe poner su deber al servicio de los derechos de todos los ciudadanos, particularmente de los más débiles, y garantizar su protección en todo momento, desde la concepción.
No es verdad que el aborto sea una solución o que se pueda llegar a él luego de intentar otras alternativas. Lo que sí es cierto es que deben encararse con seriedad todas las acciones posibles en el campo social, de la salud pública y de la educación, que protejan los derechos verdaderos de la mujer, que la dignifiquen y que promuevan su desarrollo integral. Por ello, el aborto, lejos de ser un derecho, es una violencia más sobre ella y la muerte de un ser humano inocente e indefenso.
Nos ilumina la palabra del Papa Francisco: “la defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte.”
Quisiera, finalmente, reiterar mis expresiones de cariño, confianza y gratitud a todos los que, aún entre dificultades, han permanecido fieles a la verdad y a la defensa de la vida inocente, particularmente a los miembros de la querida comunidad educativa de “Cristo Rey”.
Unidos en oración al Dios de la Vida, los abrazo y bendigo de corazón en Cristo y María Santísima.
Carlos H. Malfa
Obispo de Chascomús