El 31 de agosto de 1968 ocurrió en Valencia, España, algo verdaderamente asombroso. Un terrorífico “encuentro reptiliano”.
Los protagonistas son tres cazadores de Liria de unos 50 años y estaban descansando para hacer una barbacoa. De repente algo les llamó la atención, vieron una especie de destello en el cielo.
Al poco rato, uno de los cazadores, Mateo Chóver, se acercó al borde del barranco para orinar y de repente vio al otro lado del barranco a unos 100 metros… era la figura de un ser de tipo humanoide.
Este hombre describió a ese ser como que tenia complexión atlética, cabeza de lagarto de color grisácea, ojos rojos, manos que parecían garras y en una de ellas llevaba un casco.
Llevaba el cuerpo cubierto por un mono blanco, y unas botas blancas. En la espalda, llevaba una mochila metálica de medio metro de altura y tenia una antena negra. Y aunque lo vio a unos 100 metros, el testigo aseguro que vio como ese ser aveces sacaba su lengua como las serpientes
Al final Mateo se giró y avisó con señas a sus compañeros para que se acercaran en silencio. Estuvieron mirando durante unos 3 minutos hasta que se dieron un susto cuando vieron una especie de cilindro de color metálico y negro sobre la copa de un árbol.
Los testigos calcularon que ese objeto media unos 30 m de largo y unos 10 m de ancho. Estaba completamente estático y no se escuchaba absolutamente nada. Cuando llevaban escondidos unos minutos escucharon un fuerte ruido que paró enseguida.
Y otra vez les llamó la atención una especie de destello en el cielo. Al final salieron con cuidado del refugio, comprobando que tanto el ovni como el humanoide reptiliano habían desaparecido.
Atravesaron el barranco, se pusieron a investigar el suelo y se dieron cuenta que las hojas estaban quemadas y que el lugar también olía a azufre; la tierra estaba reseca y vieron varias huellas de pisadas.
Calcularon que la talla de la huella seria de una 50, y viendo el hundimiento de la huella calcularon que el ser debía pesar unos 150 kilos. Según los testigos, su cara era la de un lagarto. Durante el trayecto, se encontraron con una pareja de la Guardia Civil, a quienes informaron de lo que había pasado.
Los guardias, que no tomaron nota, tras escucharles respondieron “Por estas tierras eso es normal, los ha visto más gente”..
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