El Dr. Oscar Ruiz, hizo llegar una Nota de Opinión que a continuación publicamos
13 de diciembre de 2022
A nadie escapa que nos encontramos en una situación con ribetes de relevancia para épocas democráticas, en cuanto a la violencia cotidiana y situaciones socio-económicas preocupantes. Y también es necesario considerar el estado de muchos conciudadanos y conciudadanas que, rodeados de urgencias diarias, no pueden realizar ejercicios de reflexión sobre el origen de las mismas e incluso, sobre la relación entre ambas. Por ende, recae necesariamente en quienes favorecidos en tales circunstancias representan o nos interesamos al respecto, pudiendo disponer de tales tiempos de reflexión para diseñar y evaluar ideas propositivas que mejoren la situación en un todo. Todo un privilegio que debe aceptarse también como un desafío.
Y para muestras de la situación descripta, no debemos irnos muy lejos. Valen “botones de ejemplos” actuales en nuestra Ciudad. Veamos sino los ataques al monumento a los 25 años de la recuperación de la Democracia, obra ejecutada bajo la dirección del Colegio de Arquitectos de Chascomús de acuerdo al diseño del reconocido artista y arquitecto Clorindo Testa y cuya placa ha sido dañada (seguramente) de forma intencional (foto 1).
En la misma aún se evidencia parte del texto del Preámbulo de la Constitución Nacional que el Dr. Alfonsín utilizara en su campaña en 1983, denominado popularmente como el “Rezo Laico”. Otro ejemplo constituye la agresión (con poco margen de dudas de una acción deliberada) al mural que se realizara en homenaje al fallecido Santiago Maldonado por causales nunca debidamente esclarecidas y que se encuentra sobre uno de los muros perimetrales del Jardín de Infantes N°901 con vista a la vieja estación de tren (foto 2).
O también el ataque que sufriera la placa homenaje al General Juan Domingo Perón, colocada en octubre del 2001 por la Mesa de Enlace Justicialista y que se encuentra a elevada altura (lo que deja entrever un hecho deliberado) en la intersección de la Avenida presidente Perón y la Avenida Lastra (foto 3).
Dichos ejemplos son ataques a expresiones sobre la historia política nacional. las cuales pueden compartirse o no, pero nunca justificarían un ataque a expresiones de otros que, con iguales derechos y deberes lo hacen respetuosa y libremente. ¿Cuáles son los orígenes de esta violencia hacia los hechos y homenajes políticos? Las respuestas pueden ser muy diversas, pero debemos sintetizar necesariamente si queremos al menos aportar un claro item de discusión referencial. Por mi parte establezco como hipótesis que el origen de dicha violencia es la sensación de injusticia generalizada. Muchos de nosotros sabemos que el vivir humildemente constituye en la mayoría de los casos un sobrellevar digno. Y si no fuera así, debería ser el objetivo prioritario de cualquier política humanística. Lo que resulta intolerable para cualquiera son las situaciones de injusticias. Nada es tolerable cuando se vive en permanente de situación de injusticia. Que otros dispongan y ostenten impúdicamente lo que otros que lo merecen no disponen, constituye según mi hipótesis, la principal situación que genera violencia. En definitiva, la sensación de que el Poder Judicial está representado por hombre injustos, resulta intolerable. Leyes de diferente interpretación para unos y otros, constituye la mayor de las injusticias. Ejemplos sobran. Basta prestar debida atención. Que encumbrados jueces no paguen ganancias implica, en definitiva, que dichos funcionarios sean subvencionados por el simple ciudadano que paga sus impuestos comprando un litro de leche. ¿No constituye ello una situación de alta injusticia? Tengo la sensación de que, de tan evidente, no pocas veces pasa inadvertida. Que los funcionarios judiciales con poder de resolución sobre todos y todas no sean elegidos por quienes dependen de todas sus resoluciones, también constituye otra deuda injusta de la democracia. Y que podemos decir cuando como sucedió recientemente, se dejan en evidencia comportamientos de algunos de ellos que se regodean de impunidad manifiesta, ejerciendo una conducta delictiva sobre la cual, irónicamente, deben dictaminar. ¿Y cómo se justifican? Respuesta simple. Desprestigiando a la política, o sea a quienes deberían controlar y vigilar su comportamiento. Una Justicia real y democrática es pues, un principio ineludible que debería regir las sociedades que desean desarrollarse. Porque como afirmaba sentenciosamente Francisco de Quevedo: “Donde hay poca justicia, es un peligro tener la razón”.
Pero no deseo terminar esta nota de opinión, sin dejar entrever que no todo está perdido. Existen claros ejemplos que deberían evidenciarse en mayor medida que los delictivos comportamientos de los asistentes a nefastos encuentros hedónicos y secretos. Solo para mencionar algunos de los más recientes hechos desarrollados por la Justicia Argentina que deben ser resaltados debemos destacar que, a 39 años de la recuperación democrática, continúan y se amplían las causas de crímenes de lesa humanidad, aspecto sobre el cual, nuestro país debe enorgullecerse y empoderarse. Ejemplos de ello también sobran; como la reciente causa abierta sobre el centro clandestino de detención “La Escuelita” (otra ironía) en Neuquén; o el juicio por la apropiación de Victoria Donda Pérez contra Adolfo “Palito” Donda Tigel, su tío de sangre; la no excarcelación solicitada por Alfredo Astiz o la continua entrega de legajos laborales de personas desaparecidas como necesario reconocimiento. Como decía, sobran ejemplos que nos permiten ilusionarnos de que hay un futuro que puede y debe ser mejor. Con más Justicia y en democrática libertad. No hay dos caminos. Solo uno.
OSCAR RUIZ.